domingo, 13 de diciembre de 2015

Jeremy Bentham, el cadáver que todo lo ve




Jeremy Bentham fue un filósofo inglés del s. XVIII, famoso por sus teorías sobre el utilitarismo. Decía que si lo que haces no es útil, mejor no hubieras hecho nada. Todo lo que se hiciera es porque debe de ser útil de alguna forma. Habló de cómo las leyes afectan a las personas y decía que el hecho de tener leyes hace que la libertad del ser humano se violente. Hablaba también del liberalismo y el positivismo legal.
 
Sí tiene mala cara. Como de rarito.
Inventó la idea del “panóptico”, y si van al Archivo General de la Nación, en la Ciudad de México, podrán ver cómo se aplicó esta idea, adaptada al Palacio Negro de Lecumberri. Se trata de una institución carcelaria donde bastara tan sólo un guardia que lo pueda vigilar todo. Esto se lograba a través de la construcción de una torreta dentro de un edificio circular. Por eso, un solo guardia podría ver lo que pasa desde arriba de la torre, que le daba perspectiva a todo lo que sucedía en la cárcel. 
 
El cadáver momificado de Bentham, sentadito viendo a la gente pasar.
Y bueno, Jeremy Bentham, como inventor del utilitarismo, se tomó muy en serio la forma en que iba a ser tratado su cuerpo al morir, y lo dejó todo en su testamento. Por eso, cuando murió a los 84 años, en 1832, su cuerpo fue públicamente diseccionado por un amigo y fue convertido en un “auto ícono”. Es decir, tomaron su cuerpo y lo embalsamaron y disecaron, le pusieron su ropa y guantes, y le hicieron una máscara lo más parecida a la cara que tuvo cuando estuvo vivo. Su cadáver se convirtió en su propia estatua. Por unos años su cuerpo estuvo en manos de uno de sus discípulos, pero en 1850 pasó a manos de la University College of London. Ahora es el símbolo de la institución, y el auto-icon de Jeremy Bentham está sentado en una caja de cristal en los pasillos de la universidad, viendo a los estudiantes. Eso sí, su cabeza fue momificada aparte, y descansa a los pies de su cadáver momificado.
 
La cabeza de Bentham.
Y a partir de las ideas de Bentham, y teniendo el cadáver a la mano, la Universidad hizo un proyecto muy interesante: le pusieron una cámara dentro para que desde la perspectiva del auto-icon, tome una foto cada hora y la suba a una cuenta de twitter. Y es ahí donde se pone interesante la cosa, porque la han usado para manifestarse a favor y en contra de varias de las cosas que han pasado en el mundo. Dejó de ser un lugar donde eres vigilado para ser una plataforma donde se pueden llevar ideas a todos lados.

Hemos pasado de ser vistos a ser escuchados.

Fuente: https://twitter.com/panoptistream
 


lunes, 16 de noviembre de 2015

Los embajadores aborígenes de Australia, la historia de Bennelong



Hay un podcast de historia de Australia que me gustó mucho. Se llama “Rum, rebels and ratbags”, y lo súper recomiendo. En ese podcast cuentan una historia que me encantó. 

Se trata de Bennelong, el primer embajador aborigen de Australia, quien iba a representar los intereses del grupo étnico Eora ante los ingleses. Y la forma en la que llegó a serlo fue increíble.

Los ingleses ya habían viajado a Australia (en ese entonces llamado New South Wales), y habían tenido algunos encuentros bastante negativos con los aborígenes. Los describieron como “las personas más miserables de la tierra”, e intentaron mantener su distancia. El Capitán Cook fue quien tuvo el primer encuentro con los aborígenes, el cual terminó en una balacera en Botany Bay.

 
Bennelong viéndose guapo con su traje azul.
Pero en Australia vivían –viven- muchos grupos étnicos muy variados, por eso, cuando los ingleses se encontraron con los Eora, estos últimos no supieron qué sucedía, aún. No sabían si eran fantasmas blancos, o si realmente eran humanos, y no sabían si eran hombres o mujeres. Por eso, cuando se encontraron, tuvieron que volar algunos pantalones para demostrar que no eran mujeres, a pesar de que no tenían barba.[1]

El Rey George III de Inglaterra quiso tener una relación bonita con los aborígenes australianos, en este afán humanístico de hacer un mundo feliz, y le encargó el trabajo a Arthur Phillip, el primer gobernador de New South Wales. Por eso decidieron que necesitaban un embajador aborigen, que fuera el vínculo entre Inglaterra y los grupos Australianos para hacer tratados e intercambios culturales. Entonces, como los australianos no tenían ningún embajador propuesto, los ingleses buscaron un voluntario. Entonces, un tal George Johnson se subió a un bote, y buscó al primer aborigen que vio y le enseñó un espejo. Mientras él se veía por primera vez, Johnson le pegó en la cabeza, lo metió a un saco, y lo llevó a casa de Phillip.

Pero no fue tan fácil con éste aborigen, porque se negó a dar su nombre. Arthur Phillip lo llamó “Manly”, porque era muy varonil y enojón. Al final, empieza a hablar, y poco después de haber dicho su nombre, Arabanoo, se muere de viruela. Y los aborígenes se quedaron otra vez sin embajador.

Entonces, como Philip tenía poca imaginación, volvió a intentar secuestrar a su nuevo embajador, y esta vez, en lugar de usar espejitos, usó pescados. Y para que no le fallara, secuestró a dos aborígenes. No vaya a ser. Uno se llamaba Colbee, y renunció a su puesto, no sin antes agradecer el pescado. El otro secuestrado aceptó, y se convirtió en el embajador Bennelong. 
 
El afro de Bennelong.

Bennelong era súper comelón, y le encantaba la buena vida. Se comía lo de una semana en un día, y tenía muy buen humor. Vivió con los europeos durante seis meses, haciendo burla a la forma en la que se comportaban. Decían que el amor y la guerra eran sus dos pasiones, y siempre fallaba en las dos. Se la pasaba secuestrando chavitas y peleándose con sus familias por eso, y se lastimaba seguido. Estaba casado con Barangaroo, que también le gustaba vivir bien.

Bennelong vivió mucho tiempo metido en la política australiana, y aprovechó todas las oportunidades para convertir las cosas a su beneficio. Incluso lo llevaron a conocer Londres. Vivió muy bien, tomando lo que mejor le acomodaba de las dos culturas, y de la europea, de lo que más disfrutó fue del ron, y se cree que murió por borrachito. Tiene un lugar en su nombre en Sidney, justo en donde está la famosa ópera.


[1] Yo también habría dudado.

sábado, 24 de octubre de 2015

El hombre más interesante del mundo: P. T. Barnum - Parte 2



Sigamos hablando de mi encanto con PT. Barnum. Aquí mientrada anterior para que recuerden quién era.

Barnum hacía de todo con tal de crear un espectáculo que generara dinero. De todo, como juntar a un par de personas con enanismo y casarlas, con tal de pasearlos por todos lados y que formaran parte de su circo. 

Lavinia Warren y su hermana Minnie Warren tenían enanismo proporcional, y trabajaron la mayor parte de su vida con Barnum. El empresario fingió un triángulo amoroso con Lavinia Warren, entre el General Tom Thumb y el Comodoro George Washington Morrison Nutt.
Al final, Lavinia se casó con el General Tom Thumb, porque la diferencia de edades con el Comodoro Nutt era mayor. Obviamente, Barnum publicó en todos lados la boda, y después fingió que la pareja había tenido un bebé. Esto era imposible por el tamaño de Lavinia, por eso mandaban a alguien a la siguiente ciudad a buscar en orfanatos a un bebé recién nacido para que Lavinia lo cargara durante su exhibición, y fuera regresado cuando salieran de la ciudad. Cuando su marido murió, ella se casó con otro hombre con enanismo, y siguió en el espectáculo. 

En la boda de Lavinia y General Tom Thumb. Años después, el Comodoro Nutt y Minnie también se casarían. / Wikimedia


Barnum también tuvo bajo contrato a quizá la primera pop star del mundo: Jenny Lynd. Era sueca y ya se había hecho famosa por allá, y daba giras por toda Europa. La mujer llenaba salas enteras de gente que corría a oírla. Se decía que era una de las mejores voces de la época, pero desgraciadamente no hay grabaciones de ella. Barnum le pagó la millonada para que hiciera un tour por Estados Unidos, y a pesar de eso, fue increíblemente redituable la señora.
 
Jenny Lynd. También era bonita.
También compró un elefante, el más grande criado en cautiverio. Se llamaba Jumbo, y lo llevó a Estados Unidos desde Londres. Por ese entonces se construyó el puente de Brooklyn, y se corrieron rumores de que caería por una estampida, y que no aguantaría el paso de tanta gente. Pero Barnum resolvió el problema mandando un desfile con Jumbo y otros veintiún elefantes. Obviamente el puente resistió, pero desgraciadamente el pobre elefante moriría en un accidente de tren. Barnum se mega enojó y demandó con todo lo que pudo a la compañía de trenes, pero al final se resignó y aceptó una conciliación.
Le hicieron una estatua tamaño real al elefantito :)

 Y bueno, Barnum hizo muchísimas cosas más, creó museos, circos y todavía vive su legado. Muchas leyendas urbanas se pueden rastrear hasta él, y nadie duda que fue el amo y señor del espectáculo del siglo XIX.