Elisabeth von Parlaghy fue una pintora húngara que nació
en 1893, y era extremadamente excéntrica. Le encantaba todo lo que estuviera
fuera de lo normal, pero lo que más le gustaba eran los animales.
Se casó con un príncipe ruso llamado Lwoff, y aunque
duraron muy poquito tiempo[1]
casados, él le dejó quedarse con el título de princesa, y con unas cuántas
rentas que la dejó seguir dedicada a la pintura. Entonces ella empezó a
presentarse como la Princesa Lwoff-Parlaghy.
No era nada tonta, y se dedicó a hacer retratos de gente
famosa[2]
que estuviera dispuesta a pagar por sus pinturas, y nunca dejó la sociedad
burguesa. Tuvo una hija con un ministro danés, pero la dejó en manos de una
niñera mientras ella se dedicó a viajar y a coleccionar mascotas.
Se fue a vivir a Nueva York, y como era parte de la
realeza, se buscó un hotel para vivir. Los mejores hoteles se negaron a tenerla
como huésped por su curiosa comitiva: dos secretarios, mensajeros, un mesero,
tres sirvientas, un cocinero, un valet, un guardaespaldas, y un médico. Y un
pequeño zoológico: un perro, un gato de Angora, un conejo de indias, un búho,
una ibis, dos cocodrilos pequeños y un oso pequeño llamado Teddy.
Sólo el Plaza Hotel la aceptó porque tenía una política
liberal en cuanto a las mascotas. En ese entonces apenas estaban poniéndose de
moda los elevadores, y mientras más arriba estuviera la habitación, más
demostrabas tu estatus. Por eso el Plaza Hotel no permitía animales en el
elevador. Y la princesa lo solucionó demandando al hotel que le hicieran su propio elevador, que nunca compartió mientras estaba hospedada ahí.
En esas andaba cuando fue a un circo y se dio cuenta de
que trataban muy feo a su león bebé. Como el circo se negó a vendérselo a la
Princesa cuando ella lo pidió, ella fue con uno de sus amigos al que había
hecho un retrato y le pidió que él comprara el león por ella. Entonces su
pequeño zoológico tuvo un pequeño león, Goldfleck.
Fue un león muy bien portado, y no tuvo problemas en el hotel, sin contar la ocasión en la que un fotógrafo lo espantó y lo tuvieron que regresar a su habitación con pedacitos de carne. Pero el pobre murió en menos de dos años, por el tipo de alimento que le ofrecían. La princesa, devastada, le hizo su funeral y lo enterró en el Cementerio de Animales de Nueva York.
Este no es Goldfleck, pero me lo imagino así de tierno. / Fuente: Encounter The Wild |
Fue un león muy bien portado, y no tuvo problemas en el hotel, sin contar la ocasión en la que un fotógrafo lo espantó y lo tuvieron que regresar a su habitación con pedacitos de carne. Pero el pobre murió en menos de dos años, por el tipo de alimento que le ofrecían. La princesa, devastada, le hizo su funeral y lo enterró en el Cementerio de Animales de Nueva York.
Con la Primera Guerra Mundial, el dinero de la princesa
fue evaporándose por falta de retratos, y se vio obligada salir del Plaza Hotel
y a buscarle otras familias a sus mascotas. Murió a los 60 años y sin nada de
dinero, pero habiendo hecho exhibiciones hasta el último momento.
[1]
Ella dijo que se divorció porque “él se emocionaba muy fácil” (¡huh?)
[2]
Nikola Tesla no se dejaba hacer retratos por nadie, pero de alguna forma la
princesa lo convenció. Ella fue la única persona en pintarle un retrato.
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