lunes, 7 de septiembre de 2015

La princesa y el león



Elisabeth von Parlaghy fue una pintora húngara que nació en 1893, y era extremadamente excéntrica. Le encantaba todo lo que estuviera fuera de lo normal, pero lo que más le gustaba eran los animales.
 
Aquí no se ve, pero era pelirroja.


Se casó con un príncipe ruso llamado Lwoff, y aunque duraron muy poquito tiempo[1] casados, él le dejó quedarse con el título de princesa, y con unas cuántas rentas que la dejó seguir dedicada a la pintura. Entonces ella empezó a presentarse como la Princesa Lwoff-Parlaghy.
No era nada tonta, y se dedicó a hacer retratos de gente famosa[2] que estuviera dispuesta a pagar por sus pinturas, y nunca dejó la sociedad burguesa. Tuvo una hija con un ministro danés, pero la dejó en manos de una niñera mientras ella se dedicó a viajar y a coleccionar mascotas. 

Se fue a vivir a Nueva York, y como era parte de la realeza, se buscó un hotel para vivir. Los mejores hoteles se negaron a tenerla como huésped por su curiosa comitiva: dos secretarios, mensajeros, un mesero, tres sirvientas, un cocinero, un valet, un guardaespaldas, y un médico. Y un pequeño zoológico: un perro, un gato de Angora, un conejo de indias, un búho, una ibis, dos cocodrilos pequeños y un oso pequeño llamado Teddy. 

Sólo el Plaza Hotel la aceptó porque tenía una política liberal en cuanto a las mascotas. En ese entonces apenas estaban poniéndose de moda los elevadores, y mientras más arriba estuviera la habitación, más demostrabas tu estatus. Por eso el Plaza Hotel no permitía animales en el elevador. Y la princesa lo solucionó demandando al hotel que le hicieran su propio elevador, que nunca compartió mientras estaba hospedada ahí. 

En esas andaba cuando fue a un circo y se dio cuenta de que trataban muy feo a su león bebé. Como el circo se negó a vendérselo a la Princesa cuando ella lo pidió, ella fue con uno de sus amigos al que había hecho un retrato y le pidió que él comprara el león por ella. Entonces su pequeño zoológico tuvo un pequeño león, Goldfleck.

Este no es Goldfleck, pero me lo imagino así de tierno. / Fuente: Encounter The Wild


 Fue un león muy bien portado, y no tuvo problemas en el hotel, sin contar la ocasión en la que un fotógrafo lo espantó y lo tuvieron que regresar a su habitación con pedacitos de carne. Pero el pobre murió en menos de dos años, por el tipo de alimento que le ofrecían. La princesa, devastada, le hizo su funeral y lo enterró en el Cementerio de Animales de Nueva York. 
"Bajo esta piedra está enterrado el hermoso y joven león Goldfleck"

Con la Primera Guerra Mundial, el dinero de la princesa fue evaporándose por falta de retratos, y se vio obligada salir del Plaza Hotel y a buscarle otras familias a sus mascotas. Murió a los 60 años y sin nada de dinero, pero habiendo hecho exhibiciones hasta el último momento.




[1] Ella dijo que se divorció porque “él se emocionaba muy fácil” (¡huh?)
[2] Nikola Tesla no se dejaba hacer retratos por nadie, pero de alguna forma la princesa lo convenció. Ella fue la única persona en pintarle un retrato.

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